Estábamos ahí los dos, una habitación desnuda. Sabíamos que el propósito por el que nos encontrábamos en el lugar era simple. Si hace unos meses me hubieran planteado la idea de un encierro con lo desconocido, me hubiera burlado de ello. Nuestras lenguas, físico, pensamiento y estatus eran muy diferentes, aunque nuestra situación era la misma. Primero llegué yo, estaba disfrutando de los jardines cuando todo se torno oscuro, al poder observar lo que había en mi alrededor solo encontré una habitación, grité todo lo que pude, sin embargo, nadie llegó a mi ayuda. Las comidas eran escasas y la higiene era casi nula. Los días pasaron, pero nada cambio, parecía que me encontraba en la oscuridad completa y una soledad que me consumía lentamente. Un día llegó él, su vestimenta era diferente, aunque sus rasgos distintivos lo hacían muy atractivo. A juzgar por las pocas joyas que le permitieron quedarse, su estatus social era alto. La habitación se volvió una cárcel callada, a pesar de mi nueva
El rostro que fui Nota Editorial: Debido al tamaño de la obra esta se presentará en dos números, la primera parte se encuentra en esta revista y la segunda aparecerá en el numero uno del año dos. Prólogo: Felici y Marion… ellos eran uno en dos. Ella lo amaba, pero luego de su propio engaño quedo despiadada. Él ya nunca volvería a perdonarla siendo que aún por las noches soñaba con ella, es solo que el dolor lo cegaba, ella se dejó llevar por un momento de deseo y sus labios a otro pertenecieron, pero aún estaba enamorada solo de él, solo del primero, él era el único por el que suspiraba sin consuelo. Él lo sabía, por eso la castigaría, sabía que ella por él la vida daba, pero quería esta vez cobrar venganza. La decisión ya se había tomado, la suerte había sido echada; Francia estaba a punto de quemarse ante la rabia y el dolor, la rabia de los dos y el dolor que no cesaba, aún no podía soportar el recuerdo de ver a su mujer acariciando otro rostro, mirando otra cara, t