Estábamos ahí los dos, una habitación desnuda. Sabíamos que el propósito por el que nos encontrábamos en el lugar era simple. Si hace unos meses me hubieran planteado la idea de un encierro con lo desconocido, me hubiera burlado de ello. Nuestras lenguas, físico, pensamiento y estatus eran muy diferentes, aunque nuestra situación era la misma. Primero llegué yo, estaba disfrutando de los jardines cuando todo se torno oscuro, al poder observar lo que había en mi alrededor solo encontré una habitación, grité todo lo que pude, sin embargo, nadie llegó a mi ayuda. Las comidas eran escasas y la higiene era casi nula. Los días pasaron, pero nada cambio, parecía que me encontraba en la oscuridad completa y una soledad que me consumía lentamente. Un día llegó él, su vestimenta era diferente, aunque sus rasgos distintivos lo hacían muy atractivo. A juzgar por las pocas joyas que le permitieron quedarse, su estatus social era alto. La habitación se volvió una cárcel callada, a pesar de mi nueva
Voy caminando entre ríos de arena,
Me siento a la orilla de una marea
Y sigo buscando aquel despertar
En el que realmente pueda triunfar.
Siento que estoy soñando,
Veo cosas con un brillo tremendo,
Voy buscando algo que siento perdido,
Algo de lo cual puedo sentir su suave textura.
Leo el periódico todas las mañanas,
Busco entre hoja y hoja alguna señal,
Imagino cómo sería mi vida
Si estuviera todo conmigo.
Yo sé que algún día llegara a mi vida
Y feliz e ingenuo seré,
Brincare con entusiasmo
Hasta agotar todas mis fuerzas.
Bajo la lluvia me sentare a pensar,
Cuanto tuve que pasar,
Cuanto tuve que esperar,
Hasta llegar al final.
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