Poesía - I Tulipanes de media noche

Atrapados en un océano de cuadros donde nuestros deseos ruegan desde la tierra la salvación de estos cuerpos que ahora yacen en el abismo y son consumidos por unas manos de cenizas. Soñar es para inútiles en un mundo donde los demonios se hospedan en los colores del ayer, y quiero hospedarme en ese color donde las sonrisas se rompen y las miradas de destrozan entre mutuamente.

Un vaso de cristal he colocado en mi ventana como una morada para las voces peregrinas con las que la noche se viste, los susurros de un amor pasajero que maldijeron mi piel. Puedo sentir como unos ojos destrozados me miran por las noches y lloran lágrimas de oro que caen a un río de recuerdos y de nostalgia.

Desde mi ventana veo una luz envuelta en un bello velo que cubre los secretos de un ayer, evocando al tiempo para hacer encajar las piezas de la vida.

Tulipanes de medianoche crecen.

¿Cuánto cuesta hacer el amor? ¡Contigo y nadie más! Mis suspiros.

Me encanta bailar bajo tu falda y admirar la sombra de tus ojos que a la media noche tocan mi puerta para escuchar el canto de los tulipanes. He sembrado varios tulipanes en varias manos, pero los que crecen en medio del frio invernal siempre son los más hermosos. Encierro mis penas en tinta y papel, sin salida. Ámame ahora que mis brazos son útiles, ven y alivia ese dolor que siento por ti.

    Los tiempos del corazón pueden ser complicados, confusos e impredecibles, nos engañamos a nosotros mismos buscando amor en brazos ajenos mientras por las noches descubrimos mutuamente el cuerpo del otro.