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Resumen:
En
esta pequeña historia encontramos una de las tradiciones pasadas de generación
en generación que es la realización de cobijas en telares a base de lana de
borrego, logramos ver desde la perspectiva de una niña pequeña como es que las
personas al crecer olvidamos lo fácil que puede ser para un niño elaborar las
cosas aunque estas estén mal hechas, siempre logran cautivar a los mayores con
sus ocurrencias, lo mismo ocurre dentro del relato, pues al ver las cosas tan
extrañas que realiza su abuelo no logra comprender que es lo que él quiere
hacer.
Te veo llegar y dices que tejeras, te imagino
con hilos de colores y con unos enormes ganchos en las manos
-
como cuando mamá tejía chambritas para bebes, o como las abuelitas de las
caricaturas que sentadas todo el día, tejen suéteres para sus nietos o quizás
el método de las arañas sea más fácil, si quieres les preguntamos…
Tu simplemente sonríes
ante las cuestiones que te propongo, en ese entonces no sabía que realmente
eran ridículas, ahora lo sé.
-vamos
a urdir
-¿urdir?
¿Qué es eso?
-urdir
la lana
Es
lo único que me dices, yo no comprendo que es lo que quieres decir, pero tú
como todo un jovencito vas en movimiento dando vueltas de un lado a
otro,
· Abuelito estas seguro
que lo estás haciendo bien
Me
miras pareciendo un poco confundido.
· ¿por qué lo preguntas?
· porque mientras más te
veo creo que haces las cosas como las arañas que dan vueltas y vueltas, pero
ellas dan forma a sus hilos, en cambio en tus enredos no encuentro la forma,
solo veo que das vueltas y vueltas, no comprendo que es lo que saldrá de ahí.
Sonríes
nuevamente
· ya lo veras, ya lo
veras.
Es
lo único que me dices, de repente dejas de dar vueltas y le pides ayuda
a mamá para que saquen con cuidado tus enredos, ¿Cómo es que sacan con cuidado
unos enredos? no lo entiendo.
Los
pones en un pedazo de madera, más bien parece una espada o un pan de esos que
comen los francés por lo gordo que se ve.
· El primer paso está
listo
Pero
sigo sin comprender nada
Volvemos
al pequeño patiecillo de la casa en donde encontramos nuestro escenario, donde
bailaba a lado de mis hermanas y cantábamos a viva voz como si no
hubiera un mañana. Y colocas tus enredos en donde se encontraba nuestro
escenario y que ahora se en lo que se convierte en tu telar, comienzas a unir
trozos de lana uno con otro, como si tus enredos se convirtiesen en algo
magnifico, y en ese momento comprendí la forma que tus enredos querían dar y
yo no lograba ver, los hilos de lana se van convirtiendo en uno solo, como si
con tu sola presencia ellos supieran que hacer.
Veo
como quedan unidos todos los trozos de lana y ahora ya no es un enredo,
parecen como si hubieses cepillado una larga cabellera y realmente se ve
hermosa. Comienzas a ajustar tu telar, para poder dar una nueva forma a los
hilos de lana. Veo como envuelves más lana en pequeñas varas de madera y las
vas formando una por una hasta que estas se te acaban y veo que entras en el
telar y te acomodas en lo que parece ser tu asiento, tomas una de las varas de
lana y comienzas a tejer, debo admitirlo nunca pensé que el telar funcionara
así, que la lana podría dar forma a cosas realmente extraordinarias, que un
telar con ayuda de las manos y sabiduría del abuelo podría dar algo que
yo simplemente ignoraba, que a pesar de los años el abuelo aun podía recordar
las técnicas de tejido que le fueron heredadas por sus antepasados y que a
sus 77 años el aun lo recuerda como si el ayer nunca hubiese pasado y como todo
un joven logra crear estas cobijas que me mantendrán calientita en las noches
de frio y que cuando la soledad se acerque a mi yo me abrigare en ellas y
podre sentir la presencia del abuelo que siempre me acompañara así como los
bellos momentos que pase en mi niñez junto a él y sus enseñanzas.
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