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Convocatoria séptimo volumen

 

Historia Corta - La iliada de Victoria

RESUMEN: Es la historia de amor de una lectora y soñadora adolescente llamada Victoria, donde sus fantasías se convierten en realidad cuando conoce a Paris.
A los doce años, Victoria, estaba en el salón de clases de la secundaria; se sentía extraña y fuera de lugar pues era la primera semana estando en una escuela nueva y sin conocer a nadie, bueno, sólo a dos que venían de su misma escuela. Uno de esos primeros días al sonar la campana para salir al recreo tomó la decisión de no hacerlo, prefirió quedarse sentada en su butaca. Eso de ¿quieres salir conmigo al recreo? ¡Le sonaba tan extraño! No tenía idea que tanto implicaban esas palabras y que tanto la comprometerían. Los minutos fueron pasando y ella sólo veía a través de las ventanas, sus pensamientos viajaban a un lugar distinto al que se encontraba, podía ser cualquiera de esos que figuraban en sus libros que leía. Su mirada se encontraba perdida entre el infinito de sus historias pero, como si fuese una piedra lanzada por una catapulta así se estrelló la imagen que se encontraba al otro lado del patio. Un parpadeo frenético y una sonrisa nerviosa se dibujaban en aquel rostro sonrojado al ver que Paris se materializaba en medio de la explanada. Una visión que no alcanzaba a comprender del todo pero que la hicieron poner los pies sobre la tierra y levantarse para ir hacia la ventana para verlo un poco más de cerca. Era el niño más guapo del mundo; gallardo, alto y delgado, de pelo castaño crespo, era inevitable notar el brillo que salía de sus ojos de color madrigal al contrastar con su piel tostada por el sol. El corazón le latía a tal velocidad que con las palmas de sus manos se oprimió el pecho pues sentía que se le salía, sus oídos alcanzaban a escuchar sus latidos. Si en ese entonces hubiera sabido que es un ataque al corazón pensaría que estaba sufriendo uno. La campana sonó y todos gritaban al entrar a los salones, no sabía si había despertado de un sueño, era muy raro todo aquello tanto, que la hizo sentirse intranquila, nerviosa diría. Todos los días a la misma hora sus ojos lo buscaban, se guardaba el miedo en las bolsas de la falda y con cada uno de sus pasos que daba se iba concretando la estrategia para conocerlo.
Antes de que terminara la semana supo lo que significaban aquellas palabras que su hermana le dijo al contarle de Paris, no hay plazo que no se cumpla. La cambiaron de salón, la maestra le dijo que cargara su butaca y subiera al primer piso pues en adelante su salón sería el ubicado al final del pasillo.  A pesar de lo pesada que estaba esa butaca no pudo suponer algo distinto pues de todos modos las cosas seguirían igual, las paredes serían las mismas. La casualidad o la causalidad de las cosas demostraron lo contrario, al llegar a la puerta de su nuevo salón fue inevitable recordar a su hermana, él estaba ahí, sentado en la fila del fondo mirándola con sus ojos verdes. 
Victoria y Paris, dejémoslo así, se hicieron grandes amigos, él le regalaba discos de su cantante favorito y ella hasta le regaló un perro; así pasaron los años. Cuando llegó el momento de continuar con sus estudios, Victoria sentía que la tristeza de saber que cada quien tomaría rumbos diferente no era compartida. Pasó todo el verano sin saber de él, se acostumbró a no tenerlo cerca, tanto, que al final de las vacaciones otros pensamientos ocupaban su mente. ¡Uy, pero no hay plazo que no se cumpla! El que no dormía pensando en ella, el que pensaba hacerla sufrir haciéndole creer que no le importaba no volverse a ver era ahora quien se tronaba los dedos el primer día de clases, la esperaba en la puerta de la escuela. Cuando apareció Victoria le temblaron las piernas y su sonrisa parecía más una mueca, no podía dejar de verla, su cabello había crecido hasta la cintura y lo traía atado con un listón violeta. 
Todos estaban vueltos locos esperando que llegara la tarde para asistir al baile de bienvenida de la escuela. La música era de lo mejor, las risas, los amigos y los nuevos compañeros prometían una tardeada inolvidable. Se escuchó la canción favorita de los dos, la de aquellos tiempos; él la tomó de la mano y la invitó a bailar, sin darse cuenta sus cuerpos se acercaron un poco más, tomó su mentón entre sus manos y la besó. La música no dejaba de escucharse.

Mientras dormía un sobresalto hizo que Victoria despertara de su sueño, Paris había olvidado pedirle que fuera su novia, el fin de semana se tiño de incertidumbre, aquello podía no ser cierto. Llegado el lunes ella lo esperaba con sus manos húmedas de sudor;  por fin, llegó, desde abajo la saludaba con una alegre sonrisa, corriendo subió los escalones de esa escalera colosal de dos en dos y la besó ¿quieres ser mi novia? Enredando entre sus dedos el listón violeta de su cabello le dijo que sí. Algunos dicen que fue amor a primera vista, para mí, no hay plazo que no se cumpla.

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