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Resumen
Filosóficamente
se ha hablado del sentido de la vida desde el comienzo de este
pensamiento. Se han planteado varias preguntas “base” para llegar
a una respuesta reflexiva y directa, pero no necesariamente será
sincera o personal. Podríamos responder cualquier cosa que nos hayan
dicho que debemos contestar, podríamos hacerlo igual con frases que
hemos leído y escuchado en las calles. ¿Cuál es el sentido de la
vida?, ¿Qué hacemos y por qué estamos aquí? ¿Para qué estamos
aquí? ¿Hacia dónde nos dirigimos y de dónde venimos? Muchos
conocen el ciclo de la vida biológica, de la vida en cuestiones
productivas, el ciclo de la vida académica o profesional. ¿Qué
sucede en medio?
Palabras
clave:
Filosofía,
Sentido, Hermenéutica, Existencialismo, Lenguaje, Pensamiento.
Al
hablar de Sentido, como algo que invita o espera acción de nuestra
parte (no necesariamente física sino mental), usualmente recurrimos
a salidas ya conocidas sobre cómo realizar tal acción. Esto puede
efectuarse a manera de inercia, por convenciones socio-culturales,
por lo que nos diga la familia, y por todo aquello que nos muestre ya
un “modelo” de principio a fin sobre cómo debemos pensar para
llegar a tener o ser lo que deseamos. El verdadero reto consiste en
crearnos el camino; forjarlo y sembrarlo nosotros mismos (tal vez
ayudándonos un poco con las conclusiones a las que hemos llegado por
medio de la observación de tales caminos ajenos), pero creando uno
nuevo.
Filosóficamente,
se ha hablado del sentido de la vida desde el comienzo de este
pensamiento. Se han planteado varias preguntas “base” para llegar
a una respuesta reflexiva y directa, pero no necesariamente será
sincera o personal. Podríamos responder cualquier cosa que nos hayan
dicho que debemos contestar, podríamos hacerlo igual con frases que
hemos leído y escuchado en las calles. ¿Cuál es el sentido de la
vida?, ¿Qué hacemos y por qué estamos aquí? ¿Para qué estamos
aquí? ¿Hacia dónde nos dirigimos y de dónde venimos?
Muchos
conocen el ciclo de la vida biológica, de la vida en cuestiones
productivas, el ciclo de la vida académica o profesional. ¿Qué
sucede en medio? Todas nuestras acciones; cotidianas, pasajeras,
repetitivas, las que llevan al disfrute y a la responsabilidad, ¿para
qué? Actuamos como actuamos gracias a la combinación de muchos
factores, pero pocas veces reflexionamos sobre ello. ¿Cuál es el
fin de actuar así?
Desde
estas primeras preguntas, se amplían las perspectivas sobre el tema.
Hay quienes piensan que hemos mejorado o empeorado como especie,
quienes toman la reproducción humana como justificación para decir
que ese es el sentido íntegro de la vida. Quienes lo ven como un
tipo de oportunidad para realizar todo lo que les plazca sin importar
el perjudicar a otros en el camino, o quienes gustan verlo como una
oportunidad única de disfrutar lo que tienen a su alrededor, entre
otras perspectivas.
Una
respuesta pertinente sería creer que la vida misma no tiene sentido,
porque el hecho de que estemos aquí es casual. Si es casual se dice
que no fue premeditado, entonces no tiene una finalidad en sí misma.
La clave está en lo que uno realmente piensa y siente con su
propia vida. Todos evolucionamos, cualquiera (al menos que sea por
una enfermedad o algo parecido) puede reproducirse y dejar a otro
“alguien” en su lugar, que siga sus pasos y sus convicciones.
Todos podemos sentir amor o empatía hacia el otro, pero la vida se
vive sólo en primera persona.
Hay
quienes piensan que el sentido de la vida se trata de algo paradójico
que sólo se busca pero nunca se tiene la certeza de encontrarlo; por
otro lado están quienes piensan que no hay sentido alguno y que
nuestra vida es por mero accidente biológico. Siendo seres
pensantes, bien hubiéramos podido inventarlo para no sentirnos
desdichados; pero igualmente al ser criaturas con pensamiento
abstracto necesitamos ese <algo> que justifique todas nuestras
acciones y sensaciones humanas. Llámese impulso para mejorar, para
ayudar, para estar ahí con el otro, llevar a cabo actitudes y
acciones que vayan de acuerdo con nuestras posibilidades, con nuestro
pensamiento y con nuestras convicciones.
Al
asumir que nuestra existencia es finita y temporal aprovechamos más
las oportunidades y apreciamos más la vida, precisamente al
contemplar que todo eventualmente se acabará, buscamos asegurarnos
de vivir al máximo la única vida que tendremos. Tal vez no haya un
sentido existencial que englobe a todos los seres, pero sí uno que
podamos encontrar en elementos y acciones pequeñas en nuestro diario
vivir. El hecho de que tales acciones sean finitas es irrelevante,
porque sabemos que seguirán existiendo muchas más que nos reflejen
o que nos muestren algo a lo que podamos dar o a lo que podamos
encontrarle un sentido existencial de manera personal.
El
ser humano está diseñado de acuerdo a sus necesidades vitales,
intelectuales y sociales. Tiene extremidades que le permiten el
movimiento y estabilidad de espacio, tiene también intelecto e
instinto, capacidad del lenguaje y de socialización o afecto. Todo
este diseño le permite al hombre sobrevivir y fortalecerse de entre
sus prójimos. El sentido de la existencia del hombre es ser feliz,
muchos afirman. No es encontrar la felicidad como si fuera una meta o
un reto difícil de alcanzar; es ser feliz ante las circunstancias y
acontecimientos que se nos presentan. La imperturbabilidad de ánimo
podría ser considerada la herramienta o pieza clave para cumplir con
nuestro sentido de manera más universal.
Ahora,
si tomamos la perspectiva optimista, si damos por hecho que la vida y
sus acciones tienen sentido en sí mismas, podríamos analizar todo
nuestro entorno de manera socio-cultural y de manera mental. Ambos
ámbitos se mezclan y realmente no está clara su división.
Coexisten; una pertenece a la otra y viceversa.
Si
todo se tratara de una simulación, podríamos dar por hecho que no
se acepta la característica existencial de ser efímero. Entran
entonces en juego los conceptos como lo momentáneo, acciones a
manera de ensayo, lo informal, y, hasta podríamos mencionar lo
“irreal”, pero no es así. Las simulaciones consisten en llevarlo
todo
al ámbito mental. Todo nuestro conocimiento, nuestro conocimiento
del conocimiento, lo que dejamos a un lado cuando pensamos en algo,
dejar ‘eso’ en la esquina pero seguir considerándolo en nuestro
pensamiento. Por otro lado, podríamos catalogar como simulación a
la empatía con el otro; cuando duele, cuando enferma, cuando sufre.
Llevarlo todo a lo que se conoce como “circuito de espejo” donde
la comprensión del entorno contribuye a la evolución del lenguaje
humano. Ya sea del primer, o del segundo modo, la simulación es
aquello que contextualiza las categorías que representan en
situaciones de fondo (los objetos, acciones, accionarios y estados
mentales).
Ya
no se habla de una representación del objeto, como lo hace una
perspectiva realista donde las palabras significan cosas, como si
fuera una obra de arte (donde se percibe una realidad metafórica),
una pieza de imitación, una sombra de algo. Tampoco se trata de un
punto de vista nominalista, donde se puede hablar de un objeto pero
de manera flexible. No es un esquema gráfico como estructura que se
repite dentro de nuestros procesos cognitivos, estableciendo las
pautas de comprensión y razonamiento, y con aquellos esquemas de
imagen que se forman a partir de nuestras interacciones corporales,
de la experiencia lingüística y de contexto social. Gracias al
descubrimiento de las interacciones entre lenguaje y simulación, el
proceso de cognición ya es visto como algo independiente de lo
corpóreo.
Lo
que la gente percibe son estados internos, y esto lo hace a manera de
procesos muy complejos que engloban lo que el ser humano vive en
sociedad y lo que piensa o razona para sí mismo; por eso todo se
trata de una simulación. En términos lingüísticos podríamos
decir que los marcos cognitivos entran bastante bien en esta
perspectiva sobre el sentido, pues la estructura cognitiva de las
formas lingüísticas o de la semántica es lo que le brinda un
sentido a las experiencias.
Los
estados del cuerpo-mente son y causan efectos de condición social,
que lo podríamos comparar con el proceso
que ocurre cuando comprendemos un texto porque simulamos lo que
representa su contenido. Lo llamamos proceso comprendiéndolo como
algo que ocurre paulatinamente, con sus debidas pausas y tiempo para
reintegrarse y llegar a la comprensión; aunque esto ocurra de manera
simultánea. No se puede comprender lo social y lo mental por
separado (con una separación marcada). Sus múltiples acciones
suceden al mismo tiempo, superpuestas.
Esto
sólo podría distinguirse mentalmente a manera de marcos, pues
cuando nos formamos o construimos un frame marcamos nuestro
pensamiento a manera de modelos, de esquemas, de conocimiento
plasmado en un tiempo-espacio particular. Cada persona construye un
frame determinado e irrepetible, pues éste se forma con la
experiencia. Gracias a las experiencias personales se pueden crear,
destruir, recrear o reinventar los frames. Aquí también podemos
mencionar que cierto acontecimiento puede ser percibido con rechazo o
como negación, comparándolo o no con otro frame ya sea propio o de
alguna otra persona. Para alguien, viajar a cierto lugar puede
traerle gratos recuerdos, dicha o ilusión. Pero para otra persona
puede traerle a la mente un esquema o un frame completamente
distinto. Eso podría ser interpretado como una negación del suceso,
ya que no necesariamente la negación debería ser tomada como algo
gramatical o relacionado con la escritura.
Debido
a que no podemos escapar de los prejuicios socio-culturales que nos
hacen entender o comprender algún modo de ‘visualizar’ las cosas
en particular, los seres humanos intercambiamos significados. Nuestra
mente siempre opera en contextos específicos, lo universal o lo
compartido son los principios de relaciones y de acceso. Siempre hay
barreras, conceptos contrarios, pero al separar a éstos por grados
se nubla un poco el límite preciso que lo distingue de su contrario.
Ya sea de manera mental, como la conceptualización o la
identificación de un proceso por medio de separación, el etiquetar
algo como lo uno o lo otro (categorizarlo), o viéndolo desde la
perspectiva social donde hace función la pragmática y los mensajes
ocultos dentro del mismo lenguaje. Le damos sentido al lenguaje
siempre tomando en cuenta el contexto y la situación, nunca de
manera separada.
Para
nuestro cerebro es necesario clasificar todo lo que conoce y a esto
también hacemos referencia a los límites de zonas de transición
que lleva consigo: los límites claros, la vaguedad o la imprecisión.
Con esto se esclarece un poco la diferencia entre unidades mentales y
unidades verbalizadas, ya que los “prototipos” no existen como
tal, solo son utilizados para marcar límites en lo genérico.
Con
esto, podríamos enlazar la teoría de la necesidad de un sistema
ecológico ya que si nuestro cerebro clasifica y categoriza todo lo
que conoce, es muy probable que se tenga que deshacer (al menos por
un momento) de ciertos prototipos o conceptos que no le son útiles
para cualquier evaluación, ya sea epistemológica, categórica,
existencial, etc. Nuestras definiciones y prácticas no deberían ser
tan cerradas o estáticas, puesto que el ser humano es en sí mismo
cambiante y evolutivo, sigue que sus actos trascienden en el mismo
sentido. Los sistemas eco-sociales, puesto que son dinámicos tienen
complejidad de estructura jerárquica. Estos sistemas al ser
utilizados por el hombre, también cambian gradualmente de generación
en generación. Se transforman, se reinventan, y así progresan.
Ya
sea que el, o los sistemas utilizados por el hombre se empleen a base
de jerarquía o no, pensamos que es probable que utilice ambas
opciones, ya que del mismo modo todo depende del contexto y de la
situación donde se encuentre. Puede que no utilice su sistema
jerárquico, sino que, como la gramática funcional, sea simultáneo
y diverso contando con funciones y metafunciones como una pronta
categorización para los procesos mentales y sociales que él mismo
emplea.
El
pensamiento a menudo no posee imágenes, sino que se produce sin que
se tenga consciencia de ello. El método introspectivo es muy
limitado como herramienta para observar los procesos mentales, lo
cual llevó a tratar de encontrar otro método para estudiar el
comportamiento social como consecuencia del trabajo que efectúa la
mente. Los enfoques sobre el pensamiento y el razonamiento ya no se
centran en las “representaciones” mentales, ni en los procesos
que se derivan de nuestra capacidad de pensar con todas sus
limitantes.
Debido
a la complejidad de los paradigmas empleados en tiempos anteriores
para la comprensión del funcionamiento mental, se siguió el estudio
teniendo como base ciertos protocolos que se debían cumplir para que
pudiéramos dar por hecho que la mente funcionaba como debería, pues
los estudios experimentales dictaban que se captaba de manera más
real el resultado requerido pero, no contaba con una única
explicación sobre cómo lo que esas personas dicen se relaciona con
lo que está ocurriendo en el interior de su mente.
Muchos
de nuestros pensamientos se componen de conceptos que utilizamos para
categorizar las cosas del mundo, y debido a la casi-infinita variedad
de ideas que tenemos gracias a esos conceptos, han tratado de
estudiarlo basándose en modelos sobre redes semánticas y
prototipos. De esto se deriva que los conceptos no son independientes
de la teoría de dominios a los que se aplican. Los mapas mentales no
siempre están organizados de manera jerárquica o de escala, sino
que existen también los mapas radiales para la comprensión
semántica de cualquier tipo.
Podríamos
concluir entonces también que el razonamiento cotidiano difiere del
formal, aunque ambos se relacionan. El cotidiano por su parte, se
basa en la construcción de modelos situacionales y en su uso para
inferir si está de acuerdo o no con ellos, mientras que el
razonamiento formal lo encontramos más fácilmente en la resolución
de problemas, sobre todo los de tipo aritmético y matemático. Ambos
tipos de razonamiento son válidos, pero lo pertinente sería inferir
que cada persona crea sus propios modelos de razonamiento para
resolver problemas ya sea de tipo cotidiano o de tipo formal,
intentando reducir la cantidad de esfuerzo que debe utilizar para
ello.
Aun
así, las relaciones entre los procesos cognitivos estudiados en
diferentes áreas del pensamiento son más estrechas de lo que
permitían los estudios tradicionales. Cualquier intento de imponer
un orden en el pensamiento es válido, pero creo que la realidad
‘mental’ no dejará atraparse tan fácilmente por su
característica intrínseca de abstracción. Cuando la gente piensa,
lo hace sobre partes del mundo, pero este mundo puede ser real o
imaginario. Sin embargo, la gente posee una racionalidad limitada.
Cuando se utilizan ciertos procesos mentales, a menudo fallan debido
a ciertas limitaciones de la actuación humana; en cuestiones de
memoria, atención o tiempo que le tome llevar a cabo una decisión.
Aquí debemos mencionar dos aspectos de dirección sobre el
pensamiento humano: la capacidad de construir y valorar sistemas
lógicos, y nuestras dificultades para hacerlo.
La
naturaleza y complejidad de nuestros procesos del pensamiento, es
decir, la mera capacidad de pensar parece diferenciar a las personas
del resto de los animales. Vemos cómo de cualquier manera,
utilizando cualquier sistema, método, o tipo de proceso de
comprensión, se rompe la dicotomía entre lo que antes se tomaba
como buena o mala respuesta ante un experimento o examen ya sea de
tipo mental o de tipo social, inclusive de si cierto esquema o modelo
fue bien o mal planteado en su momento. Es la mente la que tiñe las
cosas, siendo capaz de transformar los fenómenos y dotarlos de un
aspecto cualitativo con una potencia ilimitada, de tal forma que la
naturaleza de las cosas parece ser idéntica a la naturaleza de la
mente. Si el ser humano podrá comprender del todo a lo que ocurre
dentro de su mente cuando piensa, y esto lo hace mientras está
pensando, los errores y cabos sueltos siempre darán pie a nuevos
métodos de estudio sobre el tema. Si llegara a alcanzar la total
comprensión de lo que la acción pensar
y razonar
implican, eso solo el tiempo lo dirá. Tomémoslo como un
reconocimiento e invitación al descubrir el sentido al estudio del
lenguaje.
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- Ungerer, F. y Hans-Jörg Schmid, (1996), An Introduction to Cognitive Linguistics, London: Longman.
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