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Convocatoria séptimo volumen

 

Ensayo - Sobre el dar Sentido

Resumen
Filosóficamente se ha hablado del sentido de la vida desde el comienzo de este pensamiento. Se han planteado varias preguntas “base” para llegar a una respuesta reflexiva y directa, pero no necesariamente será sincera o personal. Podríamos responder cualquier cosa que nos hayan dicho que debemos contestar, podríamos hacerlo igual con frases que hemos leído y escuchado en las calles. ¿Cuál es el sentido de la vida?, ¿Qué hacemos y por qué estamos aquí? ¿Para qué estamos aquí? ¿Hacia dónde nos dirigimos y de dónde venimos? Muchos conocen el ciclo de la vida biológica, de la vida en cuestiones productivas, el ciclo de la vida académica o profesional. ¿Qué sucede en medio?

Palabras clave:
Filosofía, Sentido, Hermenéutica, Existencialismo, Lenguaje, Pensamiento.

Al hablar de Sentido, como algo que invita o espera acción de nuestra parte (no necesariamente física sino mental), usualmente recurrimos a salidas ya conocidas sobre cómo realizar tal acción. Esto puede efectuarse a manera de inercia, por convenciones socio-culturales, por lo que nos diga la familia, y por todo aquello que nos muestre ya un “modelo” de principio a fin sobre cómo debemos pensar para llegar a tener o ser lo que deseamos. El verdadero reto consiste en crearnos el camino; forjarlo y sembrarlo nosotros mismos (tal vez ayudándonos un poco con las conclusiones a las que hemos llegado por medio de la observación de tales caminos ajenos), pero creando uno nuevo.

Filosóficamente, se ha hablado del sentido de la vida desde el comienzo de este pensamiento. Se han planteado varias preguntas “base” para llegar a una respuesta reflexiva y directa, pero no necesariamente será sincera o personal. Podríamos responder cualquier cosa que nos hayan dicho que debemos contestar, podríamos hacerlo igual con frases que hemos leído y escuchado en las calles. ¿Cuál es el sentido de la vida?, ¿Qué hacemos y por qué estamos aquí? ¿Para qué estamos aquí? ¿Hacia dónde nos dirigimos y de dónde venimos?

Muchos conocen el ciclo de la vida biológica, de la vida en cuestiones productivas, el ciclo de la vida académica o profesional. ¿Qué sucede en medio? Todas nuestras acciones; cotidianas, pasajeras, repetitivas, las que llevan al disfrute y a la responsabilidad, ¿para qué? Actuamos como actuamos gracias a la combinación de muchos factores, pero pocas veces reflexionamos sobre ello. ¿Cuál es el fin de actuar así?  

Desde estas primeras preguntas, se amplían las perspectivas sobre el tema. Hay quienes piensan que hemos mejorado o empeorado como especie, quienes toman la reproducción humana como justificación para decir que ese es el sentido íntegro de la vida. Quienes lo ven como un tipo de oportunidad para realizar todo lo que les plazca sin importar el perjudicar a otros en el camino, o quienes gustan verlo como una oportunidad única de disfrutar lo que tienen a su alrededor, entre otras perspectivas.

Una respuesta pertinente sería creer que la vida misma no tiene sentido, porque el hecho de que estemos aquí es casual. Si es casual se dice que no fue premeditado, entonces no tiene una finalidad en sí misma.  La clave está en lo que uno realmente piensa y siente con su propia vida. Todos evolucionamos, cualquiera (al menos que sea por una enfermedad o algo parecido) puede reproducirse y dejar a otro “alguien” en su lugar, que siga sus pasos y sus convicciones. Todos podemos sentir amor o empatía hacia el otro, pero la vida se vive sólo en primera persona.

Hay quienes piensan que el sentido de la vida se trata de algo paradójico que sólo se busca pero nunca se tiene la certeza de encontrarlo; por otro lado están quienes piensan que no hay sentido alguno y que nuestra vida es por mero accidente biológico. Siendo seres pensantes, bien hubiéramos podido inventarlo para no sentirnos desdichados; pero igualmente al ser criaturas con pensamiento abstracto necesitamos ese <algo> que justifique todas nuestras acciones y sensaciones humanas. Llámese impulso para mejorar, para ayudar, para estar ahí con el otro, llevar a cabo actitudes y acciones que vayan de acuerdo con nuestras posibilidades, con nuestro pensamiento y con nuestras convicciones.

Al asumir que nuestra existencia es finita y temporal aprovechamos más las oportunidades y apreciamos más la vida, precisamente al contemplar que todo eventualmente se acabará, buscamos asegurarnos de vivir al máximo la única vida que tendremos. Tal vez no haya un sentido existencial que englobe a todos los seres, pero sí uno que podamos encontrar en elementos y acciones pequeñas en nuestro diario vivir. El hecho de que tales acciones sean finitas es irrelevante, porque sabemos que seguirán existiendo muchas más que nos reflejen o que nos muestren algo a lo que podamos dar o a lo que podamos encontrarle un sentido existencial de manera personal.

El ser humano está diseñado de acuerdo a sus necesidades vitales, intelectuales y sociales. Tiene extremidades que le permiten el movimiento y estabilidad de espacio, tiene también intelecto e instinto, capacidad del lenguaje y de socialización o afecto. Todo este diseño le permite al hombre sobrevivir y fortalecerse de entre sus prójimos. El sentido de la existencia del hombre es ser feliz, muchos afirman. No es encontrar la felicidad como si fuera una meta o un reto difícil de alcanzar; es ser feliz ante las circunstancias y acontecimientos que se nos presentan. La imperturbabilidad de ánimo podría ser considerada la herramienta o pieza clave para cumplir con nuestro sentido de manera más universal.

Ahora, si tomamos la perspectiva optimista, si damos por hecho que la vida y sus acciones tienen sentido en sí mismas, podríamos analizar todo nuestro entorno de manera socio-cultural y de manera mental. Ambos ámbitos se mezclan y realmente no está clara su división. Coexisten; una pertenece a la otra y viceversa.

Si todo se tratara de una simulación, podríamos dar por hecho que no se acepta la característica existencial de ser efímero. Entran entonces en juego los conceptos como lo momentáneo, acciones a manera de ensayo, lo informal, y, hasta podríamos mencionar lo “irreal”, pero no es así. Las simulaciones consisten en llevarlo todo al ámbito mental. Todo nuestro conocimiento, nuestro conocimiento del conocimiento, lo que dejamos a un lado cuando pensamos en algo, dejar ‘eso’ en la esquina pero seguir considerándolo en nuestro pensamiento. Por otro lado, podríamos catalogar como simulación a la empatía con el otro; cuando duele, cuando enferma, cuando sufre. Llevarlo todo a lo que se conoce como “circuito de espejo” donde la comprensión del entorno contribuye a la evolución del lenguaje humano. Ya sea del primer, o del segundo modo, la simulación es aquello que contextualiza las categorías que representan en situaciones de fondo (los objetos, acciones, accionarios y estados mentales).

Ya no se habla de una representación del objeto, como lo hace una perspectiva realista donde las palabras significan cosas, como si fuera una obra de arte (donde se percibe una realidad metafórica), una pieza de imitación, una sombra de algo. Tampoco se trata de un punto de vista nominalista, donde se puede hablar de un objeto pero de manera flexible. No es un esquema gráfico como estructura que se repite dentro de nuestros procesos cognitivos, estableciendo las pautas de comprensión y razonamiento, y con aquellos esquemas de imagen que se forman a partir de nuestras interacciones corporales, de la experiencia lingüística y de contexto social. Gracias al descubrimiento de las interacciones entre lenguaje y simulación, el proceso de cognición ya es visto como algo independiente de lo corpóreo.

Lo que la gente percibe son estados internos, y esto lo hace a manera de procesos muy complejos que engloban lo que el ser humano vive en sociedad y lo que piensa o razona para sí mismo; por eso todo se trata de una simulación. En términos lingüísticos podríamos decir que los marcos cognitivos entran bastante bien en esta perspectiva sobre el sentido, pues la estructura cognitiva de las formas lingüísticas o de la semántica es lo que le brinda un sentido a las experiencias.

Los estados del cuerpo-mente son y causan efectos de condición social, que lo podríamos comparar con el proceso que ocurre cuando comprendemos un texto porque simulamos lo que representa su contenido. Lo llamamos proceso comprendiéndolo como algo que ocurre paulatinamente, con sus debidas pausas y tiempo para reintegrarse y llegar a la comprensión; aunque esto ocurra de manera simultánea. No se puede comprender lo social y lo mental por separado (con una separación marcada). Sus múltiples acciones suceden al mismo tiempo, superpuestas.

Esto sólo podría distinguirse mentalmente a manera de marcos, pues cuando nos formamos o construimos un frame marcamos nuestro pensamiento a manera de modelos, de esquemas, de conocimiento plasmado en un tiempo-espacio particular. Cada persona construye un frame determinado e irrepetible, pues éste se forma con la experiencia. Gracias a las experiencias personales se pueden crear, destruir, recrear o reinventar los frames. Aquí también podemos mencionar que cierto acontecimiento puede ser percibido con rechazo o como negación, comparándolo o no con otro frame ya sea propio o de alguna otra persona. Para alguien, viajar a cierto lugar puede traerle gratos recuerdos, dicha o ilusión. Pero para otra persona puede traerle a la mente un esquema o un frame completamente distinto. Eso podría ser interpretado como una negación del suceso, ya que no necesariamente la negación debería ser tomada como algo gramatical o relacionado con la escritura.

Debido a que no podemos escapar de los prejuicios socio-culturales que nos hacen entender o comprender algún modo de ‘visualizar’ las cosas en particular, los seres humanos intercambiamos significados. Nuestra mente siempre opera en contextos específicos, lo universal o lo compartido son los principios de relaciones y de acceso. Siempre hay barreras, conceptos contrarios, pero al separar a éstos por grados se nubla un poco el límite preciso que lo distingue de su contrario. Ya sea de manera mental, como la conceptualización o la identificación de un proceso por medio de separación, el etiquetar algo como lo uno o lo otro (categorizarlo), o viéndolo desde la perspectiva social donde hace función la pragmática y los mensajes ocultos dentro del mismo lenguaje. Le damos sentido al lenguaje siempre tomando en cuenta el contexto y la situación, nunca de manera separada.

Para nuestro cerebro es necesario clasificar todo lo que conoce y a esto también hacemos referencia a los límites de zonas de transición que lleva consigo: los límites claros, la vaguedad o la imprecisión. Con esto se esclarece un poco la diferencia entre unidades mentales y unidades verbalizadas, ya que los “prototipos” no existen como tal, solo son utilizados para marcar límites en lo genérico.

Con esto, podríamos enlazar la teoría de la necesidad de un sistema ecológico ya que si nuestro cerebro clasifica y categoriza todo lo que conoce, es muy probable que se tenga que deshacer (al menos por un momento) de ciertos prototipos o conceptos que no le son útiles para cualquier evaluación, ya sea epistemológica, categórica, existencial, etc. Nuestras definiciones y prácticas no deberían ser tan cerradas o estáticas, puesto que el ser humano es en sí mismo cambiante y evolutivo, sigue que sus actos trascienden en el mismo sentido. Los sistemas eco-sociales, puesto que son dinámicos tienen complejidad de estructura jerárquica. Estos sistemas al ser utilizados por el hombre, también cambian gradualmente de generación en generación. Se transforman, se reinventan, y así progresan.

Ya sea que el, o los sistemas utilizados por el hombre se empleen a base de jerarquía o no, pensamos que es probable que utilice ambas opciones, ya que del mismo modo todo depende del contexto y de la situación donde se encuentre. Puede que no utilice su sistema jerárquico, sino que, como la gramática funcional, sea simultáneo y diverso contando con funciones y metafunciones como una pronta categorización para los procesos mentales y sociales que él mismo emplea.

El pensamiento a menudo no posee imágenes, sino que se produce sin que se tenga consciencia de ello. El método introspectivo es muy limitado como herramienta para observar los procesos mentales, lo cual llevó a tratar de encontrar otro método para estudiar el comportamiento social como consecuencia del trabajo que efectúa la mente. Los enfoques sobre el pensamiento y el razonamiento ya no se centran en las “representaciones” mentales, ni en los procesos que se derivan de nuestra capacidad de pensar con todas sus limitantes.

Debido a la complejidad de los paradigmas empleados en tiempos anteriores para la comprensión del funcionamiento mental, se siguió el estudio teniendo como base ciertos protocolos que se debían cumplir para que pudiéramos dar por hecho que la mente funcionaba como debería, pues los estudios experimentales dictaban que se captaba de manera más real el resultado requerido pero, no contaba con una única explicación sobre cómo lo que esas personas dicen se relaciona con lo que está ocurriendo en el interior de su mente.

Muchos de nuestros pensamientos se componen de conceptos que utilizamos para categorizar las cosas del mundo, y debido a la casi-infinita variedad de ideas que tenemos gracias a esos conceptos, han tratado de estudiarlo basándose en modelos sobre redes semánticas y prototipos. De esto se deriva que los conceptos no son independientes de la teoría de dominios a los que se aplican. Los mapas mentales no siempre están organizados de manera jerárquica o de escala, sino que existen también los mapas radiales para la comprensión semántica de cualquier tipo.

Podríamos concluir entonces también que el razonamiento cotidiano difiere del formal, aunque ambos se relacionan. El cotidiano por su parte, se basa en la construcción de modelos situacionales y en su uso para inferir si está de acuerdo o no con ellos, mientras que el razonamiento formal lo encontramos más fácilmente en la resolución de problemas, sobre todo los de tipo aritmético y matemático. Ambos tipos de razonamiento son válidos, pero lo pertinente sería inferir que cada persona crea sus propios modelos de razonamiento para resolver problemas ya sea de tipo cotidiano o de tipo formal, intentando reducir la cantidad de esfuerzo que debe utilizar para ello.

Aun así, las relaciones entre los procesos cognitivos estudiados en diferentes áreas del pensamiento son más estrechas de lo que permitían los estudios tradicionales. Cualquier intento de imponer un orden en el pensamiento es válido, pero creo que la realidad ‘mental’ no dejará atraparse tan fácilmente por su característica intrínseca de abstracción. Cuando la gente piensa, lo hace sobre partes del mundo, pero este mundo puede ser real o imaginario. Sin embargo, la gente posee una racionalidad limitada. Cuando se utilizan ciertos procesos mentales, a menudo fallan debido a ciertas limitaciones de la actuación humana; en cuestiones de memoria, atención o tiempo que le tome llevar a cabo una decisión. Aquí debemos mencionar dos aspectos de dirección sobre el pensamiento humano: la capacidad de construir y valorar sistemas lógicos, y nuestras dificultades para hacerlo.

La naturaleza y complejidad de nuestros procesos del pensamiento, es decir, la mera capacidad de pensar parece diferenciar a las personas del resto de los animales. Vemos cómo de cualquier manera, utilizando cualquier sistema, método, o tipo de proceso de comprensión, se rompe la dicotomía entre lo que antes se tomaba como buena o mala respuesta ante un experimento o examen ya sea de tipo mental o de tipo social, inclusive de si cierto esquema o modelo fue bien o mal planteado en su momento. Es la mente la que tiñe las cosas, siendo capaz de transformar los fenómenos y dotarlos de un aspecto cualitativo con una potencia ilimitada, de tal forma que la naturaleza de las cosas parece ser idéntica a la naturaleza de la mente. Si el ser humano podrá comprender del todo a lo que ocurre dentro de su mente cuando piensa, y esto lo hace mientras está pensando, los errores y cabos sueltos siempre darán pie a nuevos métodos de estudio sobre el tema. Si llegara a alcanzar la total comprensión de lo que la acción pensar y razonar implican, eso solo el tiempo lo dirá. Tomémoslo como un reconocimiento e invitación al descubrir el sentido al estudio del lenguaje.


Bibliografía:
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  5. Frawley, William. 1992. Linguistic Semantics, Lawrence Erlbaum Associates: Hillsadle, New Jersey
  6. Ungerer, F. y Hans-Jörg Schmid, (1996), An Introduction to Cognitive Linguistics, London: Longman.
  7. Lemke, Jay. 1993. "Discourse, Dynamics, and Social Change." Cultural Dynamics 6 (1): 243-275.
  8. Halliday, M.A.K, y Matthiessen, Christian M.I.M. (2004) Introduction to Functional Grammar, Hodder Arnold: London.

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