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Convocatoria séptimo volumen

 

Poesía - Para la mujer que dio su campo

Ella tenía olas y tormentas en sus ojos.
Flores y bosques formaron su cabello.
Belleza y pérdida hicieron su estructura ósea.
Ella no tenía miedo a nada pero su mente le decía lo contrario.
No podía controlar sus emociones pues su mente jamás se apagaba.
Ella quería desaparecer de este mundo y, sin embargo, se encogía cada vez que ponía un pie afuera.
Ella es y siempre será la torre más grande en esta ciudad menguante.
Ella era miserablemente feliz, conteniblemente libre, abrumadoramente ligera.
Fue rescatada con amor y compasión cuando solo sabía sobre desesperación y tristeza.
La sacó de su locura y la puso bajo su protección.
Sembró semillas en el bosque, que se convirtieron en florecientes pétalos de esperanza en su vida.
Ella observó cómo su noche se convirtió en día.
Como su oscuridad se convirtió en luz.
Todavía deambula, de vez en cuando, a la poderosa fuerza de una cascada, pero ya no quiere ahogarse.
Todavía deambula, de vez en cuando, en la soledad de un desierto, pero ya no está varada.

El cielo y las estrellas, los pétalos y su rescatista, se convirtieron en su ancla, su salvación, su redención.
Porque ella no necesitaba más que ojos, algunas semillas y un corazón.

Ella regó y proporcionó luz a sus crecientes plantas, se ocupó de ellas y las cuidó con dedicación, aún con ampollas en las manos.
Cada una de ellas tenía espinas en sus tallos, y la cortaban de vez en cuando, pero cada vez que contemplaba la belleza de su creación, se acordaba de la excelencia de su trabajo y sabía con certeza que todo valía la pena.
Ahora, que todos se han transformado en brillantes flores, cada una diferente, ella canta y proclama que cualquier dolor que haya sentido, ahora se reemplaza con alegría y orgullo. Ella canta y proclama al viento que está profundamente agradecida, que perseverá en continuar compartiendo la felicidad que el aire le ha dado.
Sus tierras, que alguna vez fueron vacías y solitarias, ahora son un campo lleno de corazones que palpitan por ella.
 
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