Skip to main content

Convocatoria séptimo volumen

 

Escrito corto - Sirena de Santa Rita

Sirena de Santa Rita

Enrique Abraham Acevedo Weber

La bolsa sobre la cabeza de la niña no la deja respirar. Está en un lugar caliente y lleno de tierra. Sus pies le dicen eso, duelen y su cabeza también. No recuerda cómo llegó a ese lugar. Lo último que su memoria recuerda es que estaba en el parque. Era el primer día fresco en tres semanas.
Su madre no le importaba donde estuviera todo el día, solo que llegara ahí al anochecer. Lo hacía para prevenir que los extraños no pensaran ideas raras. Su madre le llamaba Mona, porque se la pasaba colgándose de los árboles. Su nombre era Doña Reyna Eva de la Ventura León.
En la escuela le decían Wendy y en la calle le llamaban Azulina. Sus ojos azules eran la característica que más llamaba la atención. Una niña morena con ojos azules era muy extraño.

En Santa Rita, era un milagro.

Azulina estaba acostumbrada estar afuera. Observaba el mar cuando todo se volvió negro. Ella soñó con ser una sirena, nadando entre esos peces pequeños y coloridos.
Cuando despertó, la estaban arrastrando de sus brazos, ellos la golpearon en su estómago.
Le quito todo su aliento.
Le susurraron al oído: Si vuelves a gritar, te destripamos. Ahora, camina.
Ella continuó el viaje donde harían algo prohibido.
La jalaban por los hombros, sus pies ahora le quemaban.
Azulina dijo: Me podrían cargar, me duele cuando camino.
La volvieron a golpear y rieron.
Ella reconoció una de las risas. Era la mujer con una sonrisa que sobrepasaba sus labios, marcada en su piel, que vestía de uniforme del ejército. La otra era de un hombre. Era del tipo de extraños de la que su madre le advertía.
Sentía que la bolsa se volvía húmeda y más caliente, su camisa húmeda del sudor. El camino era más duro y caminaban sobre rocas. Sus pies ahora se cortaban con las piedras.
Deseaba ser una sirena, pues ellas no tenían pies que se cortaran. Azulina cayó en el camino. Ambos raptores la pateaban y le decían que se levantara. Se levantó con algo de esfuerzo y empezó a cojear. La bolsa se soltó y ella sintió el aire. Los secuestradores se dieron cuenta y la patearon en la espalda. Su cuerpo rodó sobre las piedras. Su cuerpo ahora estaba cortado. Ella no podía ver el mar, supo que estaba lejos de Santa Rita. Tuvo un momento instantáneo donde el miedo se fue y otra vez su mundo se tornó negro.

Cuando despertó, ella estaba atada a una cama. El cuarto donde se encontraba olía a sudor, mierda y orines. Un aroma de desesperanza y terror. El techo era completamente blanco pero las paredes de color granate. Azulina vio que había dos camas, dos ventanas pequeñas y una silla café. A su lado se encontraba otra niña, Azulina la reconocía de los postes eléctricos. Recordaba haberla visto en la televisión, su abuela lloraba mientras enseñaba su foto, diciendo que no sabía dónde se encontraba. Su madre la abrazo al ver las imágenes. Ellas eran un poco similares. Pequeñas, morenas y con ojos azules, alrededor de los once años.
La niña de la televisión ahora no tenía un ojo. Su cavidad ocular se encontraba cubierta por una gasa café. Parecía como un cíclope de esas películas griegas que ella había visto.
Le perturbaba el ojo azul que penetraba aun con la oscuridad del cuarto.
La mente de Azulina empezaba a correr, sabía que tenía que salir de ese cuarto.
Ella tomó un gran respiro y empezó a gritar por ayuda.
La niña tuerta empezó a mover su ojo de lado a lado y a retorcerse. Su voz era ronca, ella murmuro: Para.
Azulina escucho esto y dejo de gritar. Inmediatamente, un par de adultos con máscaras de cerdos entraron al cuarto. Venían vestidos en ropas blancas. Azulina reconoció la voz de la mujer de la sonrisa marcada: ¿Tu nunca te callas, verdad?
La mujer abrió un estuche rojo y saco una jeringa llena de líquido verde. Se acercó lentamente hacia Azulina. La niña grito y grito hasta que la oscuridad llenó su percepción.

Azulina soñó estar en una playa, llena de arena y el azul del cielo rodeaba todo alrededor.
No había edificios, no había gente, solo palmeras y mar. Ella veía a las sirenas flotando alrededor de unas rocas. Azulina nado hacia ellas, pensando que podía preguntarle sus secretos. Las olas golpeaban su cuerpo, y sentía que se ahogaba.
Dentro del agua, podía ver a la niña de la televisión durmiendo. Su ojo se abrió y con sus manos estrangulaba a Azulina. Esta se despertó y susurro un grito de pánico.




¿Quieres leer el final de esta historia? Baja este numero de la revista totalmente gratis desde Google Books por medio de la siguiente liga: bit.ly/2N5M9VE

Tambien se puede apoyar a la revista comprando las versiones disponibles en Amazon:

Comments

Popular posts from this blog

Ensayo - Criminologia y Criminalistica

La criminología y la criminalística se pueden llegar a confundir ya que la mayoría de las personas piensan que son iguales puesto que no es así, ya que cada una cuenta con diferentes métodos y técnicas que las diferencian. De igual forma el propósito, objetivo y finalidad de cada ciencia es completamente diferente, busca responder interrogantes con la finalidad de resorber una investigación. Para las personas que se interesen en estudiar algo relacionado a la investigación criminal se pueden confundir al momento de escuchar las palabras de criminología y criminalística, por lo cual deben de conseguir información que les ayude a diferenciarlas. Palabras claves: criminología, criminalística, ciencia, comparación, similitudes, diferencias. Capítulo uno: La Criminología 1.1 Definición de criminología Según la literatura científica actúa, se define la criminología como al conjunto de conocimientos que estudia los actos antisociales desde el punto de vista de varias ciencias auxiliares (Rodr

Convocatoria séptimo volumen

 

Historia Corta - Palabras diferentes pero con un mismo significado, iniciando una nueva amistad

Estábamos ahí los dos, una habitación desnuda. Sabíamos que el propósito por el que nos encontrábamos en el lugar era simple. Si hace unos meses me hubieran planteado la idea de un encierro con lo desconocido, me hubiera burlado de ello. Nuestras lenguas, físico, pensamiento y estatus eran muy diferentes, aunque nuestra situación era la misma. Primero llegué yo, estaba disfrutando de los jardines cuando todo se torno oscuro, al poder observar lo que había en mi alrededor solo encontré una habitación, grité todo lo que pude, sin embargo, nadie llegó a mi ayuda. Las comidas eran escasas y la higiene era casi nula. Los días pasaron, pero nada cambio, parecía que me encontraba en la oscuridad completa y una soledad que me consumía lentamente. Un día llegó él, su vestimenta era diferente, aunque sus rasgos distintivos lo hacían muy atractivo. A juzgar por las pocas joyas que le permitieron quedarse, su estatus social era alto. La habitación se volvió una cárcel callada, a pesar de mi nueva